“Curar” consiste en rociar agua sobre la superficie del concreto para mantener un buen contenido de humedad en el interior de la mezcla, evitando la pérdida excesiva de agua y de esta manera garantizar la obtención de la propiedades potenciales que incrementan la durabilidad y permiten al concreto alcanzar su máxima resistencia, asegurando la estabilidad de los elementos estructurales de un edificio.
Durabilidad mejorada: El concreto bien curado tiene mejor dureza superficial con lo que se evitan a futuro grietas y fisuras.